Bizkaia, en el Olimpo del arte rupestre (Guridi empieza a ser reconocido)
Durante el siglo XX solo había localizadas cuatro cuevas con pinturas paleolíticas;hoy se tiene constancia de hasta quince cavidades con pinturas y grabados de hace 14.000 años
UN REPORTAJE DE AITZIBER ATXUTEGI – Domingo, 16 de Junio de 2019

Una persona observa los grabados de Atxurra. (BFA)
EN 1916, un grupo de niños entra, en busca de aventuras, a una cueva de Kortezubi. En una de las galerías, encuentran, divertidos, unos “monos” dibujados en sus paredes. Su expedición quizá no hubiera pasado a la historia si no fuera porque el compositor Jesús Guridi, que pasaba unos días en el balneario, preguntó al dueño por unas estalactitas colocadas en una de las termas;es él quien le habló de la cueva y de las pinturas, y llevó a Guridi a explorar la cavidad y darla a conocer. Durante décadas, la cueva de Santimamiñe ha sido un icono de Bizkaia, el principal santuario paleolítico del territorio y el único abierto a las visitas. Sin embargo, ni fue la primera cueva con arte prehistórico que se descubrió (Venta Laperra, en Karrantza, data de 1904), ni en la que más pinturas se exhiben: se han contabilizado algo más de medido centenar de representaciones, por las 150, por ejemplo, que se han encontrado en la de Atxurra, consideradas, junto a las de Armintxe, “excepcionales”. Durante todo el siglo XX, únicamente se conocían cuatro cuevas con arte rupestre en Bizkaia, de hace entre 12.000 y 14.000 años;solo en las dos décadas, la cifra se ha multiplicado por tres, hasta las quince que se han explorado hoy en día. Aquel vacío vasco, que tanto extrañaba a la comunidad científica, entre la abundancia de pinturas del Cantábrico oriental y los Pirineos, se está llenando. La Diputación tiene proyectado construir un gran centro de arte rupestre en Lekeitio, según anunció Unai Rementeria la pasada campaña electoral, y no es para menos;Bizkaia ha entrado por la puerta grande al Olimpo de los grandes santuarios del arte rupestre.
Actualmente se conocen quince cuevas con arte rupestre en Bizkaia. Los dibujos y grabados de Venta Laperra, en Karrantza;Santimamiñe, en Kortezubi;Goikolau, en Berriatua, y Arenaza, en Galdames, fueron descubiertas entre 1904 y 1973. Sin embargo, solo en los últimos quince años se han descubierto el doble de cavidades decoradas que en todo un siglo: Rincón y Polvorín, en Karrantza;Askondo, en Mañaria;Lumentxa, en Lekeitio;Morgota, en Kortezubi;Ondaro, en Nabarniz;Abittaga, en Amoroto;Atxurra, en Berriatua;Armintxe, en Lekeitio, y Baltzola, en Dima. Albergan pinturas y grabados magdalenienses, de hace entre 12.000 y 14.000 años;hay bisontes, caballos o ciervos, pero también osos, manos e incluso figuras humanas, y signos como rectángulos o en forma de P. “No, no sabemos lo que significa. El porqué de esas figuras es una pregunta que nos seguimos haciendo todos”, se excusa Mikel Unzueta, arqueólogo de la Diputación. “Han pasado 12.000 de evolución cultural y no nos podemos poner en su cerebro. Sí se han buscado algunas explicaciones en tribus aisladas;si piensan que dibujando un animal pueden propiciar su caza, aquellos quizá hicieron lo mismo”, explica. “Tampoco se sabe en qué condiciones físicas estaban cuando hicieron aquellos dibujos, si estaban bajo algún alucinógeno o si después se aproximaban a ellos con algún rito especial. No puedes saber si todos los dibujos se hicieron para lo mismo porque hay dibujos que están en las bocas de las cuevas, donde están viviendo, y otros que están en lo más profundo, donde raramente van”.
Se concentran, sobre todo, en la cuenca del río Karrantza, en la biosfera de Urdaibai y, especialmente, en la cuenca baja del río Lea y su afluente de Zulueta, donde existen macizos de roza caliza. Y es que no en todo el territorio existen cuevas;la comarca de Uribe, por ejemplo, está compuesta sobre todo por margas y areniscas, mientras que en la zona minera, las cavidades han sido muy explotadas por el hombre y ello ha podido condicionar la conservación de posibles restos.
Las pinturas de estas cuevas están representadas en dos colores: rojo, que elaboraban machacando óxido de hierro, y negro, derivado del carbón, mezclándolos con un disolventes como aceite o agua. Para los grabados utilizaban puntas de sílex. Y si algo nos muestran estas pinturas es que la globalización no es algo de ahora. “El bisonte que hacía un hombre en Asturias y en el Perigord se parecen entre sí, se hacen de la misma forma, en los mismos sitios… Eso nos indica que ya hace 12.000 años había una comunidad cultural enorme”, avanza el arqueólogo foral.
No todas las figuras son tan visibles a simple vista como las de Santimamiñe;depende de cómo fue grabada o pintada, ya que no todas las figuras se representaron completas, y cómo se ha conservado. “En Armintxe, por ejemplo, el grabado es tan ancho y tan profundo que es visible a simple vista porque hay figuras que tiene dos metros y medio de largo. Pero por delante del panel de la cueva de Lumentxa ha pasado todo Lekeitio, en Atxurra se llegaron a hacer romerías dentro de la cueva y nadie reparó en las pinturas y los grabados. Alguien llegó a poner, a mediados del siglo XIX, su nombre y la fecha sobre ellas, cuando todavía no se había identificado el arte paleolítico. En Atxurra se puede leer ‘aquí estuvieron cuatro de Berriatua’ y en Lumentxa hubo quien dibujó un rey con corona”, reconoce.
“GAFAS DE PALEOLÍTICO¿Por qué este boom? Hasta hace unos años, Bizkaia se hallaba incluida en lo que se llegó a denominar el vacío vasco. “En Francia había muchas cuevas y en la zona cantábrica también;aquí casi no había”, rememora Unzueta. Pero no existía tal vacío;lo que no había habido era búsqueda. Unzueta cita dos elementos que dieron la vuelta a la situación. Por una parte, arqueólogos profesionales, con tesis elaboradas sobre el arte paleolítico, que empiezan a salir al monte para buscar estas cuevas. “Tienen el ojo hecho, saben hacer y encuentran, porque saben lo que están buscando. Lo más evidente lo encontraron unos niños que entraron en una cueva, un pastor, un erudito local… Pero lo que estaba un poco más allá no lo veían porque no tenían la capacidad para identificarlo”, explica el arqueólogo foral. También la Administración se involucró para indagar ese vacío, disponiendo medios tanto económicos como desde el punto de vista de la formación. “¿Quiénes son los que más van a las cuevas? Geólogos, biólogos… Viendo que podían aparecer más pinturas, la Diputación organizó dos jornadas de formación con teoría y práctica, para enseñarles qué potencial podía haber en una cueva, tanto de representaciones como de material arqueológico y biológico”, recuerda. “Todos los espeleólogos se han puesto las gafas de ver arte paleolítico, y han encontrado pinturas”.
Y es de esperar que en los próximos años se encuentren nuevas muestras de este arte ancestral. Actualmente existen tres proyectos en marcha sobre arte paleolítico en Bizkaia: dos sobre las cuevas de Atxurra y Armintxe, y un tercero para reexplorar, de la mano de un equipo de arqueólogos y espeleólogos, todas las cuevas que hay en Bizkaia. La campaña del año pasado, que se llevó a cabo en Enkarterri, no descubrió ninguna cavidad nueva con arte rupestre.
Con todo, Bizkaia se ha puesto ya a la altura de territorios como Cantabria o Francia, con mucha más tradición rupestre. “Ya no es ese sitio donde no había nada;Armintxe y Atxurra son lugares excepcionales, por la cantidad de grabado que tienen, por su tamaño y la abundancia de animales representados”, afirma Unzueta. ¿Más que Santimamiñe, icono durante años? “Es lo más nuestro, porque ha entrado muy pronto en el ADN de los vizcainos y porque no teníamos otra tan representativa y vistosa;Venta Laperra se descubrió antes pero no es tan vistosa. Y Santimamiñe tiene la ventaja de que durante muchos años ha sido visitable. ¿Qué vizcaino no ha estado allí? Cada cueva es un libro diferente;ni mejor, ni peor, todas son buenas. Atxurra, por ejemplo, es la que más representaciones tiene, casi 150 pero Arenaza tiene una cámara en forma de cono con ciervas mirando todas al mismo sitio”, finaliza.