La Historia
Jesús Guridi estaba pasando unos días de verano en el balneario de Cortézubi. Muy probablemente y por casualidad, colocadas en una pequeña cascada de agua de manantial construida por el dueño, el compositor reparó en unas estalagmitas. Preguntando por la procedencia, llegó hasta el hijo del dueño José F. Bengoechea, quien le habló de unas cuevas cercanas y de unos dibujos «monos» en sus paredes.
El 11 de Agosto del año 1916, Jesús Guridi explora, junto a Bengoechea y otros niños del barrio de Basondo, en Cortézubi, las cuevas de Santimamiñe, donde se hallaron dibujos prehistóricos del periodo magdaleniense. Guridi ve la importancia de aquella galería y, tras un peregrinar no demasiado fácil, a juzgar por las fechas de las que disponemos (casi un año), logra que un vocal de la comisión de monumentos de Vizcaya, Manuel Losada, le acompañe a la cueva para cerciorarse de su relevancia. Tras esta visita, Guridi fue invitado a la reunión de dicha comisión donde explicó con detalle el hallazgo. Casi un año después de esa primera exploración, H. Breuil catalogaba los dibujos con exactitud en el periodo magdaleniense antiguo, e incluso descubrían nuevos dibujos.

La entrada a la cueva
En un primer momento se conoce a las cuevas como: «Cuevas de Cortezubi». Más tarde, pasan a ser las «Cuevas de Basondo» Denominación que dura unos cuantos años, hasta adquirir el nombre definitivo de «Cuevas de Santimamiñe (San Mamés)»
Las primeras excavaciones arqueológicas se desarrollaron principalmente entre 1918 y 1962 por parte de un equipo compuesto por Telesforo Aranzadi, José Miguel de Barandiarán y E.Eguren.
Reconstruyendo la historia
A continuación se construye un relato de este curios descubrimiento del compositor, a base de las referencias y testimonios bibliográficos encontrados.
Relato biográfico de Joaquin Mª de Arozamena, transcrito en el libro: «Guridi, vida y obra»del mismo autor.
«Es por esos años, concretamente en 1916, cuando Guridi descubre la cueva de Santimamiñe, con sus pinturas, figuras rupestres, en la falda meridional de la ingente peña de Ereñusarre, en el barrio de Basando, de Cortezubi, en Vizcaya, a la que le rodean los pueblos de Ereño, y Gautéguiz de Arteaga, lugar del castillo de Arteaga, de Eugenia de Montijo, Emperatriz de Francia.» «El día 7″ de agosto del año 1916 llegó Jesús a Cortezubi en vacación y para hacer una cura de aguas sulfurosas en su balneario.» «Fue informado por el joven José F. de Bengoechea, hijo del dueño de la fonda, de que había estado en el pasado mes de enero en una cueva, acompañado y guiado por unos chicos que habían entrado en ella por casualidad; le dijo cómo habían visto en ella dibujos que parecían muy antiguos («chiminos, monos en la boca de los chicos») y le describió el fantástico aspecto de los distintos compartimientos. Picado de curiosidad, Guridi organizó una expedición con el grupo de muchachos, capitaneado por Bengoechea; Gracias a su contextura y agilidad, Jesús pudo seguir a los chicos por corredores angostos, de pasos difíciles, y bajar con cuerdas hasta la galería, de la que pasó a la llamada «Sala de las Pinturas».
Pero después, ya en Bilbao, Guridi tuvo que luchar para hacerse oír sobre el hallazgo en la peña del café, en la Sociedad, en la Academia de Música, en las reuniones de los amigos… Hasta su encuentro con Manuel Losada. Este, como vocal de la Comisión de Monumentos de Vizcaya, acompañó a Guridi, y de su visita a la cueva dio conocimiento oficial a dicha Comisión, en acta del 15 de mayo del año 1917.
Acta de la reunión de la Comisión de Monumentos de Vizcaya del 15 de Mayo de 1917
«Con asistencia, de los señores José María Basterra, Nicolás Vicario, Teófilo Guiard, Manuel Losada, Darío de Areitio, Ignacio de Belaústegui y Fernando de la Quadra Salcedo, celebró sesión la Comisión de Monumentos de Vizcaya. Excusó su asistencia, por carta, don Cario Echegaray. Asistió también como informante y llamado por la misma Comisión el correspondiente de la Academia de Bellas Artes, don Jesús Guridi. Habiendo tenido noticia la Comisión de que habían descubierto en Vizcaya y término de Cortezubi, una cueva de importancia prehistórica y sabiendo que era conocida de don Jesús Guridi, quien la visitó, dándose cuenta de las pinturas que atesora, llamó a dicho señor académico para que informase de palabra sobre el importante hallazgo. Requerido por el señor vicepresidente, detalló el señor Guridi la cueva de Cortezubi y explicó la existencia de las figuras que la decoraban. El vocal, señor Losada (don Manuel), hizo algunas consideraciones sobre la cueva, así como otros señores de la Comisión, conviniendo todos en su importancia para la historia de Vizcaya y la Historia General. Se acordó reunirse en breve y requerir al señor presidente de la Diputación para que asistiera a la próxima sesión, como vocal nato de la Comisión de Monumentos. Sin más se levantó la sesión. Firmado Presidente, don José María Basterra; secretario, don Fernando de la Quadra Salcedo.»
La comisión de Monumentos de Vizcaya invitó a su siguiente reunión, al presidente de la diputación de Vizcaya para informarle del hecho. No he encontrado acta de dicha reunión, lo que si aparece es la petición por parte de la comisión para que la diputación adquiriese los terrenos lo antes posible, antes de que pudiesen caer en manos interesadas, o fuesen deterioradas sus pinturas. A continuación adjunto la contestación de la diputación confirmando el acuerdo para la adquisición.
Mientras tanto, el joven hijo del dueño del balneario. El que condujo a Jesús hasta la cueva, escribió dos cartas a la comisión, ofreciéndose para hacer de guía y reivindicando al mismo tiempo su protagonismo en el hallazgo. Por los documentos existentes, parece ser que su primera invitación no fue contestada, pero si que consta su segunda carta:
Y esta es, muy probablemente la respuesta que recibió de la comisión. No de Quadra Salcedo sino de Isaac Lopez Mendizabal, vocal de la comisión.
Por estas fechas, septiembre de 1917, aparece una pequeña nota en diario El noticiero Bilbaino, que desgraciadamente, es anuncio de los avatares que sufrirá la historia del descubrimiento, hasta quedar prácticamente enterrada en nuestros días. El pequeño artículo se llamaba: «La Cueva de Cortezubi»
Reconocimiento de Hugo Obermaier (No se ha encontrado el discurso)
El catedrático de Historia de la Universidad de Bilbao: Hugo Obermaier, autor de «El hombre fósil» y «El hombre prehistórico y los orígenes de la Humanidad«, entre otras muchas obras, en conferencia en Bilbao, por encargo de la Junta de Cultura de Vizcaya, encomió al maestro Guridi por su descubrimiento y el rigor de la comunicación oficial»
Catálogo español de arte prehistórico 1924
En la primera exposición de arte prehistórico español de 1924, se muestran reproducciones al óleo de algunas de las pinturas de la cueva, realizadas por Alvaro Alcalá Galiano, y se edita un catálogo de la exposición. En él, se mencionan las recién descubiertas cuevas de Santimaiñe como «cuevas de Basondo» y en una breve descripción de las mismas, no olvida mencionar que fueron descubiertas por Guridi, en el año 1917.
Hay algún libro editado de las cuevas de Santimamiñe entre los años 20 y 40 del siglo pasado. A partir de ahí, y sobre todo a partir de mediados del siglo XX, toda la historia documentada del descubrimiento entra, por razones que no puedo entender ni mucho menos explicar, en el olvido. Tanto, que hoy en día, en la propia web de las cuevas, no se menciona la curiosa forma en la que estas cuevas y sus pinturas fueron descubiertas y dadas a conocer, dejando en el olvido a las personas que, a parte de Guridi, en su momento se esforzaron para conseguirlo.
Manuel Losada,
José María Basterra,
Nicolás Vicario,
Teófilo Guiard,
Darío de Areitio
Ignacio de Belaústegui
Fernando de la Quadra Salcedo
López Mendizabal
José. F Bengoechea
Hoy, las cuevas de Santimamiñe están cerradas al público, muy probablemente, por una pretérita sobreexposición que ha afectado gravemente a sus pinturas. Sin embargo, un equipo de guías hacen un importante esfuerzo para que eso no signifique un problema. Una visita virtual reproduce perfectamente el interior de la cueva, sus galerías y sus pinturas. Y por si esto no fuera suficiente, en su exterior, se alza el Bosque de Oma, del pintor y escultor Agustín Ibarrola, invitando al deleite de sus arboles de colores, uniendo historia y arte, y reivindicando de alguna manera el reconocimiento de los creadores vascos, desde aquellos artistas prehistóricos que marcaron y dibujaron la piedra, hasta los colores en las cortezas del bosque; sintiendo la falta de una melodía, la de otro vasco universal unido por la historia a aquel lugar. Una música que además de hacer justicia, haría de este lugar uno de los rincones más bellos y armónicos del universo vasco.