Reproducimos aquí este interesantísimo artículo sobre los tímidos primeros pasos para la creación de una ópera vasca, escrito por Rafael Valentín Pastrana, y publicado en la revista Tema 8, el 25 de noviembre de 2019
El Tema 8 / Rafael Valentín Pastrana / Entrada publicada 25/11/2019. Enlace al artículo
Compleja es la génesis y andadura de la que iba a ser la primera ópera vasca de Jesús Guridi (Vitoria, 1886 – Madrid, 1961): Mirentxu. En 1909, para celebrar su XXV aniversario, la Sociedad Coral de Bilbao convocó un concurso para escoger cinco obras escénicas que impulsaran el teatro lírico vasco, empeño identitario que seguía las corrientes nacionalistas de pujanza por esa época. Como resultado de la exitosa cuestación, en ese mismo año 1909 se estrenó Maitena, de Etienne Decrept (texto) y Charles Colin (música). En 1910 se representan Mendi-mendiyan de José Power y José María Usandizaga, Lide ta Ixidor de Alfredo de Echave y Santos de Inchausti, y Mirentxu de Alfredo de Echave y Jesús Guridi el 31 de mayo de 1910 en el Teatro de los Campos Elíseos de Bilbao. Finalmente en 1911 sube a la escena la ópera Ortzuri de Resurrección Mª de Azkue. De los cinco montajes, únicamente pasarán a la posteridad las aportaciones de Usandizaga y Guridi.

El joven Guridi, que a la sazón contaba con veinticuatro años de edad, venía de estudiar en la prestigiosa Schola Cantorum de París con los maestros César Franck y Vincent d’Indy, pasando posteriormente a Alemania donde se empapó de la estética wagneriana. Influencias de estos tres compositores se detectan en Mirentxu, sobre todo en la sorprendente -por poco habitual por estos pagos- densidad orquestal de la obra, estrenada inicialmente como «Drama lírico en dos actos». Tras los defectos señalados por la crítica (ingenuidad del libreto, monotonía de los números musicales, exceso de amargura con un trágico final desvelado demasiado pronto) fruto de las prisas para llegar a la fecha límite y de la inexperiencia de Guridi, el compositor iniciaría un proceso de retoques y modificaciones que abarcará cuatro décadas.
Así, Guridi pone música a las partes dialogadas y Mirentxu se convierte en ópera, reestrenándose en Barcelona el 23 de enero de 1913. De esta versión barcelonesa no se llegó a entender porqué se había prescindido de las partes dialogadas, así que Guridi volvió a ponerla en escena en su versión original en el Teatro de La Zarzuela el 30 de abril de 1915, esta vez con el subtítulo de «Idilio vasco en dos actos», que obtuvo ahora sí una magnífica acogida por parte del público. Transcurridos más de diez años Guridi, ya consagrado y seguro de sí mismo tras el éxito que obtuvo en 1926 con El caserío, recurre a sus fieles colaboradores Federico Romero y Guillermo Fernández-Shaw para que hicieran una nueva versión del libreto, vuelve a orquestar toda la obra y añade nuevos números musicales. Esta nueva Mirentxu se estrenaría en el Teatro Arriaga de Bilbao el 10 de febrero de 1934.
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