Miren Urbieta

Donostia, Guridi, Sorozábal, la tríada prodigiosa

Xoán M. Carreira lunes, 27 de marzo de 2023 Enlace a la noticia
Miren Urbieta Vega © Michal Novak | QM

Euskal Kantak fue el segundo de los conciertos del ciclo ‘Cantos ibéricos’ que la Fundación Juan March dedica a la canción con textos en gallego, vaso, portugés y catalán, un ciclo que se presenta igualmente en la Fundação Calouste Gulbenkian de Lisboa, donde este Euskal Kantak había tenido lugar casi una semana antes (12 de marzo). 

Miren Urbieta-Vega (soprano) y Rubén Fernández Aguirre (piano) ofrecieron una afortunada selección del repertorio de canción en euskera desde la Belle Époque hasta la actualidad, en la cual estaban presentes, cómo no, las tres grandes figuras -aparte de Maurice Ravel- de la música vasca del siglo XX: Aita Donostia (1886-1956), Jesús Guridi (1886-1961), y Pablo Sorozábal (1897-1988).  

Miren Urbieta es una muy competente soprano, con toques de excelencia, que no parece comprender bien los condicionantes propios de la canción como género. Por eso su mejor momento estuvo en los lieder de Heine-Sorozábal (1929), originales para voz y orquesta, que por otra parte eran la joya de este bien articulado programa. 

En el otro extremo está la interpretación de las canciones de Iparaguirre (1820-1881) y Guridi, cuyo elaborada ingenuidad es incompatible con los modismos veristas con que quiso dotarlas Urbieta-Vega. Una oportunidad perdida de ofrecer una mirada ecuánime y coherente sobre este hermoso repertorio. 

El pianista Rubén Fernández Aguirre es un excelente acompañante, brillante discípulo del Maestro Félix Lavilla, y solventó con dignidad sus intervenciones solísticas: Oñazez [Con dolor], para piano solo, uno de los engañosamente sencillos Preludios vascos (1912-18) de Aita Donostia, y las Pinceladas de El Caserío de Jesús Guridi arregladas para piano solo por Carlos Imaz (1972) en 2020.  

El punto más débil del concierto estuvo en la traducción de subtítulos de los textos de las canciones, con esporádicos y llamativos errores en términos muy comunes («ama» es «mamá», no «ama», por ejemplo) que alcanzaron lo esperpéntico en el caso de las canciones de Iparaguirre que fueron traducidas desde el vasco de Guipúzcoa original al español hablado en Vizcaya, para mi -y otros muchos- entrañable, pero que resulta grotesco por ser motivo secular de burla en la tradición literaria y teatral española, incluyendo El Quijote de Cervantes.