Por su casa de la calle Sagasta, en Madrid, pasaban con frecuencia los cantantes Teresa Berganza, Paquita Rico y Luis Mariano y el director Ataúlfo Argenta, que iban a ensayar y comentar algunos aspectos de la partitura con el autor. Por allí iban también amigos que se dedicaban al teatro, como Pedro Muñoz Seca y Alfredo Marquerie. Pese a su discreción y su escaso afán de notoriedad, -«en las fotos prefería siempre evitar estar en el centro»-, el hogar del compositor vasco Jesús Guridi era un foco de cultura, donde sonaba el piano de la mañana a la noche y donde el maestro estudiaba y planeaba las obras que luego escribía en las largas vacaciones donostiarras.
Lo recuerda Julia, la quinta -de seis- hija del compositor, memoria viva de un músico del que tantas veces se ha dicho que habría logrado una proyección mucho mayor si hubiese nacido en Centroeuropa. Y eso que no es poco haber sentado las bases del nacionalismo musical vasco.
¿Cómo era en casa Guridi? Julia tenía 27 años cuando el compositor murió de forma repentina. (más…)
Madrid. 11 y 12-X-2019. Teatro de la Zarzuela. El caserío (Jesús Guridi). Ángel Ódena/José Antonio López (Tío Shanti), Raquel Lojendio/Carmen Solís (Ana Mari), Andeka Gorrotxategui/José Luis Sola (José Miguel), Marifé Nogales/Ana Cristina Marco (Inosensia), Pablo García-López/ Jorge Rodríguez Norton (Txomín), Itxaro Mentxaca (Eustasia), Eduardo Carranza (Manu), Jose Luis Martínez (Don Leoncio). Compañía de Danza Aukeran (Dirección y coreografía: Eduardo Muruamendiaraz). Coro Titular del Teatro de la Zarzuela. Orquesta de la Comunidad de Madrid. Dirección musical: Juanjo Mena. Dirección de escena: Pablo Viar.
Declaraba hace poco Daniel Bianco, director del Teatro de la Zarzuela, que programando El caserío pretendía «desmontar esa mala imagen que se tiene que la zarzuela pertenece a solo un sitio, con personajes de Madrid». Un tanto sorprendente, bien es verdad. En primer lugar, porque es algo obvio y que le consta a cualquier amante del género o bien, a cualquiera que se haya documentado un poco sobre el mismo. Imagino que lo de «mala imagen» se referirá a que ello podría suponer un cierto «centralismo sectario» (totalmente contrario al carácter del acogedor pueblo madrileño) y no a que la Zarzuela de ambiente castizo capitalino irradie valores amorales o negativos que, desde luego, no corresponden ni a sus gentes ni a esos memorables personajes que pueblan esas composiciones dentro de un admirable costumbrismo.
Evidentemente, la zarzuela de ambiente madrileño y dentro de ella el sainete es una parte fundamental, pero no la única, ni mucho menos, de la gran variedad de manifestaciones de teatro musical que se engloban en el término Zarzuela y ello ciñéndonos a la llamada «zarzuela restaurada» (período 1850-1950). Dentro de esas manifestaciones se encuadra la Zarzuela de ambiente regional. Incluso hace un par de temporadas se celebró un concierto navideño que se tituló «Zarzuela en plural» que mostraba toda la variedad de creaciones en que están representadas, prácticamente, todos los lugares de España.
De hecho, un Jesús Guridi, que ya había compuesto obras para el teatro como Mirentxu y Amaya y que se había mostrado totalmente contrario a abordar el género de la Zarzuela, se animó a ello, asumiendo que podría perfectamente encauzar su talento como melodista y orquestador en combinación con el casticismo y el folklore tradicional, después de ver en vivo uno de los grandes títulos del género y a la sazón, de ambiente madrileñísimo, Doña Francisquita de Amadeo Vives con libreto de Federico Romero y Guillermo Fernández Shaw que, a la postre, también redactarían el texto de El caserío.
La tendencia plasmada en los últimos montajes vistos en el Teatro de la Calle Jovellanos de cercenar el ambiente castizo madrileño de las obras esencializadas por el mismo, se tornó, curiosamente, a la hora de montar El caserío en todo lo contrario, en una potenciación de la «expresión del alma, la raza y la tierra vasca», lo cual celebra el que suscribe, pues debe ser así, pero en las otras también.
De lo que no pudo librarse la hermosísima obra de Guridi -por la que siento especial cariño, además de por sus valores intrínsecos, porque era la Zarzuela favorita de mi padre- es de la poda indiscriminada de los diálogos tal y como se está convirtiendo en norma habitual, quién lo diría, en las producciones del teatro que porta el nombre del género. Los autores del libreto, como ya se ha resaltado, los más prestigiosos de este repertorio, Federico Romero y Guillermo Fernández Shaw, vieron desde el más allá su texto cercenado al igual que ocurrió en la reciente Doña Francisquita.El caserío quedó reducido a cien minutos sin descanso, no vaya a ser que la gente se aburra o que le cierren a alguien el restaurante para cenar. En el primer acto dejan algo del texto, para que se entienda algo de la trama, pero a partir del segundo todo queda reducido a una especie de vertiginosa sucesión de números musicales –como si fuera una versión en concierto-, quedando la trama sin desarrollar, además de los personajes desdibujados.
Ciertamente, 42 años son muchos desde la última vez que el Teatro de la Zarzuela programó la hermosísima obra de Guridi -un pilar del género y que siempre ha gozado de popularidad- que se había estrenado en el mismo escenario en 1926 y hemos de agradecer que la producción de Pablo Viar (del año 2011 procedente del Teatro Arriaga de Bilbao y el Campoamor de Oviedo), además de vistosa, respetaba la obra, su localización y, como he subrayado, todo ese costumbrismo y casticismo vasco de la mejor ley. La escenografía a cargo del propio Daniel Bianco, grata a la vista y apropiada, nos muestra la imponente fachada del caserío o baserri con una puerta de entrada con arco de medio punto, que evoca esa «casa idealizada entendida como cuna y nido, templo y tumba» como indica Itziar Larrinaga en su estupendo artículo del libreto-programa editado por el teatro. Posteriormente, la fachada se levanta y vemos el interior en cuyo espacio y alrededores se articula la acción de la aldea imaginaria vizcaína de Arigorri en la que destaca la familia, la estirpe ligada al caserío y que encabeza el Tío Shanti, solterón entrado en años que convive con dos sobrinos, la cabal y leal Ana Mari y el vividor y licencioso José Miguel.
Vestuario estupendo, muy adecuado e igualmente los decorados y elementos ambientales como la vegetación propia del Norte con sus recios árboles, símbolo atávico y ancestral. En el segundo acto, el coro sentado en unas gradas cumplirá una función de coro griego, comentando la acción para después plasmar con mímica junto a los jugadores de pelota el correspondiente partido que consagra a José Miguel como Rey de los pelotaris, todo ello mientras se interpreta el soberbio Dúo entre Ana mari y el Tío Shanti.
Cierto es que ante pieza musical de tanta envergadura, uno preferiría que toda la atención se concentrara en canto y música, pero no se puede negar la habilidad para condensar la acción todo lo posible y tornarla apremiante. Al final, cuando por fin va a cristalizar ese amor entre los dos primos (al igual que ocurre con las dinastías reales, a lo que se equipara ese anhelo de pervivencia de la estirpe inextinguible simbolizada por el caserío y las tierras que se han de transmitir indivisibles por herencia), el montaje nos muestra al fondo del escenario una Ana Mari idealizada en un hermoso paisaje, que recordó por momentos a Scarlett O’Hara en Tara. De muy buen nivel la actuación de la Compañía de danza Auskeran bajo la dirección de Eduardo Muruamendiaraz, responsable también de la coreografía, que encarnó todo el sabor tradicional y folklórico. Fueron muy aplaudidos por el público.
Juanjo Mena, además de su afinidad por esta música, que se encargado de reinvindicar en los días previos a esta serie de funciones, acreditó su condición de maestro metódico y riguroso. Obtuvo un buen sonido de la orquesta, mostró toda la hermosa orquestación de Guridi, con múltiples detalles y dotándola de gran factura musical y vuelo sinfónico (por citar algunos momentos, magníficos intermedio, procesión y ezpata-dantza, así como el acompañamiento al dúo de los bertsolaris con unas estupendas armonías de las maderas), pero, en mi opinión, esa meritoria labor tuvo dos defectos importantes cuando se trata de colocarse en el foso para abordar teatro lírico. La recreación en los valores orquestales, el desmenuzamiento de la partitura, conllevó algunos tempi morosos y la consiguiente falta de tensión teatral, así como un acompañamiento, a veces, poco atento y escasamente colaborador con los cantantes. Estupendo el coro que volvió a demostrar su personalidad y dominio total de este repertorio. Es obligado subrayar, que es una auténtica pena que el Teatro de la Zarzuela se vaya a quedar sin un director musical del talento de Óliver Díaz.
Si algo debe atesorar un barítono que aborde el maravilloso papel del Tío Shanti, soltero y ya mayor, alcalde del lugar, temeroso por asegurar la permanencia del Caserío y las tierras de forma indisoluble y dentro del ámbito familiar, es la nobleza. Ángel Ódena y José Antonio López carecen de la misma, tanto en el aspecto tímbrico como en sus modos canoros. En la función del Viernes día 11 el barítono tarraconense con su material recio y amplio, pero con perceptible vibrato y que acusa cierto desgaste tímbrico compuso un Tío Shanti creíble, con la apropiada autoridad moral en lo interpretativo, más interesante en ese aspecto que el de López en la representación del día 12 quien, por su parte, lució timbre más firme y con algo más de brillo, pero de emisión hueca, fraseo vulgar y agudos de filiación tenoril. La voz de mayor calidad de todo el elenco la posee la soprano pacense Carmen Solís, Ana Mari en la función del día 12. Sonido amplio, carnoso, esmaltado y con metal en el centro y primer agudo, pero la falta de remate técnico se traduce en un agudo extremo en el que el sonido «no gira» y se abre. Asimismo, el fraseo se mantiene tan aburrido e inane como siempre, de modo que las cuitas de Ana Mari nos interesan mucho más expresadas por Raquel Lojendio, de material vocal mucho más modesto y genérico, pero canto sensible, algo más sentido y matizado, además de enriquecido con algún que otro filado de factura como pudo comprobarse en su bello relato del último acto. Muy distintos los dos tenores que encarnaron a José Miguel, vividor despreocupado, que se da cuenta que ama a Ana Mari justo cuando la puede perder. Andeka Gorrotxategui con su robustez y pegada habitual, pero también con esa emisión esforzada y sin liberar, mostró sus progresos en un fraseo más calibrado y compuesto. La espléndida romanza «Yo no sé que veo en Ana Mari» pide un canto sul fiato y un lirismo poético que el tenor vizcaíno no ofreció, pero sí un canto recogido que culminó con una nota final de buen efecto mantenida ad libitum mientras salía de escena.
El tenor José Luis Sola no se quedó atrás y también brindó el mismo efecto en la citada romanza, que cantó con buena línea y sentida expresión, además de lucir un fiato más desahogado con el que poder acometer el tempo particularmente lento prescrito por el Sr. Mena. En el dúó de los bertsolaris Sola cometió un desliz entrando cuando no le correspondía, pero dotó de efusión lírica a sus bellísimas frases del dúo con Ana Mari del acto primero «Nadie sabe defender su triunfante juventud…», pero su sonido es muy modesto en el centro, totalmente desguarnecido y justo de volumen (se acerca más al de un Txomín que al propio de un tenor protagonista), siendo su franja aguda la que más luce. En la pareja cómica corresponde destacar a Marifé Nogales, de canto aplicado y sin excesos en lo interpretativo, sin pasarse de la raya en su papel de la desgreñada y sinsorga Inosensia, claramente preferible a Ana Cristina Marco, ejemplo de desimpostación y modos canoros fuera del marco del género lírico. Muy justito el material del tenor Pablo García-López que, sin embargo compuso en la función del día 11 un Txomín desenvuelto y de apropiada comicidad frente al «Bayreuthiano» Jorge Rodríguez-Norton de material vocal muy superior, pero algo más envarado en escena en la representación del día 12. En su salsa Ixaro Mentxaca como Eustasia e impecables tanto Eduardo Carranza como José Luis Martínez como Manu y Don Leoncio, respectivamente.
El Teatro de la Zarzuela pondrá en marcha este domingo, 20 de octubre (12:00 h.) en el Ambigú, el nuevo ciclo «Domingos de Cámara con Ñ». De la mano de solistas de su Orquesta Titular, la Orquesta de la Comunidad de Madrid, estará dedicado exclusivamente a la música española y su precio único será de 6€. Este viaje a través del patrimonio musical español trata de descubrir al público la excelente calidad de la obra de cámara de compositores que alcanzaron la fama por su dedicación al género lírico español, así como de dar visibilidad a los nuevos compositores españoles y a contemporáneos ya consagrados.
Los solistas de la Orqueta que participarán en el concierto del domingo serán Víctor Arriola (violín), Gladys Silot (violín), Eva María Martín (viola) y Benjamín Calderón (violonchelo), que interpretarán el Cuarteto en sol sobre temas populares vascos, op. 31 que José María Usandizaga compuso en 1915, y el Cuarteto nº 1 en sol mayor de Jesús Guridi, de 1933.
Al finalizar el concierto se ofrecerá una degustación de cerveza artesana. Las otras cuatro citas del ciclo serán: Música española contemporánea (24 de noviembre), Concierto de villancicos con los Pequeños Cantores de la ORCAM (15 de diciembre), Compositoras españolas (5 de abril) y Obra de cámara de Pablo Sorozábal (7 de junio).
El Teatro de la Zarzuela, como viene siendo habitual, realizará una emisión en directo de la función de ‘El Caserío’ de mañana jueves, 17 de octubre, a través de sus cuentas de Facebook y YouTube y de su página web.
Asimismo, el sábado 19, también se emitirá en vivo a través de Radio Clásica.
‘El caserío’ de Jesús Guridi, con libreto de Federico Romero y Guillermo Fernández-Shaw, es un tesoro musical a punto de cumplir 93 años de su estreno en este mismo escenario de la plazuela de Jovellanos –en noviembre de 1926–. En esta ocasión, cuenta con la esperada dirección musical del maestro Juanjo Mena –sin duda uno de nuestros pesos pesados de la dirección de orquesta– y la escena de Pablo Viar, colmada de sentido y poesía.
El reparto que se podrá disfrutar en la emisión lo compondrán la soprano Raquel Lojendio, el barítono Ángel Ódena, el tenor Andeka Gorrotxategi, la mezzosoprano Marifé Nogales, el tenor Pablo García-López, la mezzosoprano Itxaro Mentxaka y los actores Eduardo Carranza y José Luis Martínez.
La escenografía de Daniel Bianco, inspirada y hermosa, representa un frontón como centro de los aconteceres de Arrigorri, como una suerte de plaza del pueblo tras el que se intuye la hegemonía de la tierra; la supremacía de la naturaleza. El vestuario de Jesús Ruiz, la iluminación de Juan Gómez-Cornejo y la coreografía de Eduardo Muruamendiaraz completan la singular propuesta artística de esta producción del Teatro Arriaga de Bilbao y del Teatro Campoamor de Oviedo.
Sobre el escenario, además del Coro Titular del Teatro de la Zarzuela concurrirán tres figurantes, cuatro niños y ocho bailarines de la Aukeran Dantza Konpainia dirigida por el propio Muruamendiaraz. Y en el foso, la Orquesta Titular del Coliseo, la Orquesta de la Comunidad de Madrid (ORCAM).
El director de orquesta vitoriano inaugura la temporada del Teatro de la Zarzuela con «El caserío», de Guridi.
MadridActualizado:
Juanjo Mena, en el Teatro de la Zarzuela – Maya Balanyá
Tiene Juanjo Mena (Vitoria, 1965) una marcada flema británica; quizás tengan algo que ver los años que ha pasado al frente de la Orquesta Sinfónica de la BBC. Pero se incendia cuando habla de música y, especialmente, de Jesús Guridi, cuya obra más conocida, «El caserío», dirigirá desde el viernes próximo (y hasta el 20 de octubre) en el Teatro de la Zarzuela, en una producción procedente del Teatro Arriaga de Bilbao.
¿Es la primera vez que aborda «El caserío»?
La dirigí hace unos años, en 2000 o 2001. Era titular entonces de la Orquesta Sinfónica de Bilbao y la grabamos; una grabación muy rápida que nos pidió el sello Naxos. No era el momento más adecuado, porque yo acababa de empezar a trabajar con la orquesta; pero yo creía que la exigencia de una grabación sería bueno para los músicos. La grabamos en Vitoria, en el Conservatorio de Música Jesús Guridi, en la sala que yo conocía muy bien. Ahí está la grabación; es un momento muy diferente a éste.
¿Y al regresar a la partitura ahora, lo ha hecho como si la leyera por primera vez?
Realmente sí. En primer lugar, porque hasta ahora no ha sido posible tener una partitura de dirección de orquesta de la obra;dirigíamos con la partitura de piano y voz. Cuando la grabamos, además, yo era muy joven; toda la experiencia que he adquirido en estos casi veinte años me ha llenado la cartera de información, de ideas, de cómo trabajar. Ahora es el momento idóneo para que me llegue esta partitura. Había un manuscrito que le había llegado a Miguel Roa, y solo al final de su vida se lo entregó a la editorial Tritó, que ha realizado una edición de un gran nivel. Y por fin puedo ver una orquesta. El cambio es increíble; todo tiene sentido. La orquestación explica muchas cosas del texto y de las escenas. Por ejemplo, está muy clara –y no lo estaba en la partitura de piano y voz–, en la pelea de los versolaris, en la que Guridi incrementa la tensión con un giro en las violas en la cuarta frase con un trémolo superdramático, que indica que algo va a pasar, que llega el enfrentamiento final. El cambio entre las dos partituras es abrumador, y por eso estoy disfrutando tanto.
Mucha gente considera «El caserío» como uno de los mejores títulos de nuestra zarzuela…
Y estoy de acuerdo. Es una obra especial por su orquestación, por su sonido, por sus melodías. Tiene el contraste de sus dúos cómicos, pero lo fundamental de «El caserío» es que es un órgano sonando; se nota que Jesús Guridi fue organista en la Iglesia de San Manuel y San Benito, muy cerca del Retiro, en Madrid. El sonido es redondo, profundo; las armonías son cambiantes; y lo más importante de «El caserío» es que su música es de una enorme belleza. Porque está tratada desde el órgano; desde el sonido, desde la voz -no es casualidad que Teresa Berganza cantara como lo hacía; también fue alumna de órgano del maestro Guridi-. Estamos hablando de un tipo determinado de sonido; él utiliza mucho el folclore, pero lo trata con un respeto y una elegancia grandes. En cierta medida puede compararse con Bartok.
Una escena de «El caserío» – Moreno Esquibel
¿Y qué elementos folclóricos hay en «El caserío»?
Déjeme decirle que Guridi es un compositor muy cercano a mí. Soy vitoriano, como él; nací en el barrio de Zaramaga, una zona obrera. Mi madre me llevó a un colegio del que había oído que tenía mejores actividades extraescolares. Y en efecto, cuando yo tenía siete años pasó por mi clase Antxón Lete -que era un director de coros- con una flauta para ver si los chavales podíamos acertar las notas. Yo lo hice, vio que mi voz era bastante limpia y me preguntó si quería cantar en el coro. Hablé con mis padres y entré. Y lo primero que canté en ese coro fueron las «Canciones infantiles» de Guridi: «Correr y correr; no dejaremos de correr, la mariposa está al caer»…, «De niño ví una vela en el mar, su rumbo quise seguir»…, «Esta tarde en la escuela el maestro anunció que mañana no hay clase, que nos da vacación»; ahí empecé a aprender cómo colocaba Guridi los acentos tónicos, algo que le he transmitido a todos los solistas de «El caserío». Con el tiempo estuve en el Conservatorio Jesús Guridi -cuando llegó Carmelo Bernaola, que varió el nombre a Escuela de Música, el cambio fue extraordinario, incluso para la ciudad- y ahí aprendí prácticamente todo lo que tengo ahora. Ya entonces tenía un bagaje: he cantado, he tocado en la Banda Municipal, he sido txistulari, he saltado con los blusas en las fiestas de Vitoria… Quiero decir que he estado muy en contacto con el folclore… Los ritmos de la biribilketa, del zortziko o de la espatadantza, son innatos en mí, las llevo dentro. Y vuelvo a su pregunta. En «El caserío» hay, prácticamente nada más empezar, una biribilteka en el coro inicial… El folclore vasco está muy identificado en toda la obra a través de los ritmos, y especialmente el del zortziko, en un compás de 5/8, en el que la característica que lo hace especial es que se acentúa la segunda parte. La base rítmica del folclore vasco está en «El caserío»: el arin-arin, la espatadantza, que en esta obra es extraordinariamente compleja, quizás porque es la que se hacía en la iglesia, y Guridi quería darle un toque de misterio.
Cuando lo he dirigido fuera siempre ha sorprendido a los músicos y al público. Pasa lo mismo con Arriaga, si nos ceñimos al repertorio vasco. Guridi es un grande, porque en el entorno de las dos guerras mundiales y la guerra civil, sin haber tenido la referencia de una generación de grandes compositores clásicos españoles -teníamos apenas dos o tres-, haber conseguido llegar a hacer lo que hizo… Hay citas en «El caserío» de «Tristán e Isolda», y la manera de orquestar es wagneriana; pero conseguir en aquella época una partitura era una odisea. Para muchos compositores de aquel período la única conexión con el mundo era la radio. Desde ese punto de vista Guridi es un grande; haber compuesto esta obra, las «Diez melodías vascas», el «Así cantan los chicos», la «Sinfonía pirenaica»… Yo he llorado grabando sus obras o las de Turina con la BBC Symphonic. Pero queda mucho que hacer, por ejemplo, con los materiales de orquesta.
El Teatro de la Zarzuela inicia temporada con una de las cumbres del género: un poético e inspirado canto a la tierra vasca del maestro Juanjo Mena y el director de escena Pablo Viar.
La zarzuela es mucho más plural y abierta, como es España, de lo que se piensa. Esta imagen de que solo pertenece a un sitio o algunos personajes de Madrid es errónea», asegura Daniel Bianco. Con la intención de demostrarlo, el director del Teatro de la Zarzuela inicia su cuarta temporada con El caserío (1926), una carta de amor a la tierra vasca considerada como una de las obras cumbres de Jesús Guridi y del género. Que vendrá acompañada en noviembre de Mirentxu (1920), zarzuela anterior del compositor que se representará en versión concierto y, por primera vez en este coliseo, en euskera.
El caserío regresa así al mismo escenario donde se estrenó 42 años después de su última representación, razón ésta ya suficiente para recuperar el título, según Bianco. «Cuando vi que Guridi y esta obra llevaban tantos años sin estar en este teatro pensé que tenían que volver. Por algo es una obra con tantísimo éxito y una de las zarzuelas más representadas a lo largo de la Historia», señaló el también escenógrafo de esta producción del Teatro Arriaga de Bilbao y el Teatro Campoamor de Oviedo. «Guridi aborda el folclore con elegancia y esto me parece importante en estos tiempos en que vivimos: no es una cuestión de nacionalismo, sino de amor a la tierra, la raza y el alma vascas», afirmó.
Para Juanjo Mena, vitoriano como Guridi y director musical del montaje, El caserío es «una obra magistral, desde el punto de vista de orquestación más» a la que se siente profundamente ligado. «Vivo en un caserío de un indiano con su palmera. Lo primero que canté en una escolanía fueron las seis canciones infantiles de Guridi y a partir de ahí todo fue Guridi en mi vida. Es algo que está dentro de mí», afirmó.
El director de escena, el bilbaíno Pablo Viar, ha condensado el libreto de Federico Romero y Guillermo Fernández-Shaw para dar a luz un espectáculo tan ágil como respetuoso con el original: una fábula ambientada en Arigorri, una aldea idílica e imaginaria de Vizcaya. «Hemos intentado reflejar la inmensa poesía, el lirismo, el sentimiento, el humor y la magia que encierra» esta comedia lírica en tres actos. «El primero es como un pequeño cuento que funciona casi de manera autónoma y presenta a los personajes. Todo lo que sucede encuentra su reflejo en el segundo y el tercero porque existen muchas cosas duplicadas», explicó Viar sobre el mundo del caserío y la sidrería, sus respectivos triángulos familiares liderados por un patriarca y una matriarca, el drama y el humor que domina a cada uno.
«A partir de ese bellísimo preludio se da inicio al mundo del frontón, donde hemos intentando concentrar la acción de los siguientes actos», continuó diciendo sobre un espacio que «en el mundo vasco opera como plaza del pueblo, como ágora o, como dicen artistas vascos como Oteiza o Chillida, un lugar cósmico, una caja metafísica que esta producción también intenta recoger», señaló. «Finalmente hay unos elementos de magia, brujería y demás que ayudan a la solución del conflicto final», añadió.
Las sopranos Raquel Lojendio y Carmen Solís darán vida a la joven Ana Mari, sobrina del tío Santi, propietario del caserío Sasibil, de quien está enamorado Txomin sin ser correspondido. Los barítonos Ángel Ódena y José Antonio López encarnarán al tío Santi, quien adoptó a Ana Mari cuando quedó huérfana en América y urde un plan con Don Leoncio, el cura del pueblo, para que Ana Mari y su sobrino José Miguel se enamoren. Los tenores Andeka Gorrotxategi y José Luis Sola interpretarán el papel de José Miguel, enamorado también de Ana Mari (y Ana Mari de él), pero quien abandona la aldea al saber que esta va a desposarse con su tío, con lo que perderá de un plumazo la herencia y el amor. Las mezzosopranos Marifé Nogales y Ana Cristina Marco interpretarán a Inocencia, la hija de Eutasia, que se declara con éxito a Txomin, criado del caserío representado por los tenores Pablo García-López y Jorge Rodríguez-Norton. El rol de Eutasia, la dueña de la sidrería, lo asumirá la mezzosoprano Itxaro Mentxaka, el de su marido Manu el actor Eduardo Carranza, y el de Don Leoncio el también actor José Luis Martínez.
Un momento fundamental de esa producción será la danza, coreografiada por Eduardo Muruamendiaraz y ejecutada por ocho bailarines de su compañía Aukeran Dantza Konpainia. El Coro del Teatro de la Zarzuela, tres figurantes y cuatro niños completan el equipo artístico sobre el escenario.
La representación de El caserío del 17 de octubre se podrá disfrutar a través de Facebook, Youtube y la web del teatro. Según señaló Bianco, las retransmisiones en streaming de los anteriores espectáculos del Teatro de la Zarzuela ya han superado el medio millón de espectadores. Y Radio Clásica emitirá la función del 19 de octubre en directo. Asimismo, el coliseo celebrará donde encuentros con Mena y Viar, el primero con alumnos de la Escuela Superior de Canto de Madrid y el segundo con alumnos de la Escuela Municipal de Arte Dramático, el 11 y el 16 de octubre.
Dentro del XX Ciclo Internacional de Órgano Romántico, mañana se celebrará el primero de los conciertos programados en la basílica de Loiola.
A partir de las 20.00 horas, el organista alemán Willibald Guggenmos interpretará varias piezas de Tomás Garbizu, Jesús Guridi y Charles M. Widor.
El segundo de los conciertos será el 13 de octubre y correrá a cargo del organista local Ignacio Arakistain junto al txistulari Peio Irigoien. Cerrará el ciclo de Loiola el concierto que ofrecerá el día 20 Óscar Cadendo junto Easo Araoz Gazte Abesbatza.
El vigésimo Ciclo Internacional de Órgano Romántico se llevará a cabo entre las localidades de Azpeitia, Azkoitia y Bergara.
La temporada 2019/2020 del Teatro de la Zarzuela supone la “continuación ineludible” del proyecto emprendido en 2015 por Daniel Bianco, encaminado a que el coliseo de la madrileña calle de Jovellanos “siga cumpliendo, tras cuatro temporadas, la misión para la que nació: ser el escenario privilegiado del teatro musical español, de la música con Ñ”, afirma el director del teatro, consciente de la importancia que para ello tiene la “próspera pluralidad de España” y la “fructífera conexión con Hispanoamérica”.
La temporada 2019/2020, cuyo primer título lírico se presentará el 3 de octubre y que se extenderá hasta el 12 de julio, presenta 11 títulos líricos, siete nuevas producciones –Tres Sombreros de Copa, Cecilia Valdés, Policía y ladrones, Luisa Fernanda, Agua Azucarillos y Aguardiente, El Pájaro de dos colores y La increíble historia de Juan Latino– , dos estrenos contemporáneos –Tres Sombreros de Copa y Policías y ladrones–, una reposición de producción propia –La tabernera del puerto–, dos recuperaciones de nuestro patrimonio lírico –Farinelli y El pájaro de dos colores– y una ópera española en versión de concierto y en euskera –Mirentxu–.
Por otro lado, el teatro inicia un nuevo ciclo de conciertos de cámara, se amplía el ciclo de Conciertos y se afianza el de Notas del Ambigú.
La comedia lírica ‘El Caserío’ se estrenará el 3 de octubre en el Teatro de la Zarzuela, como ocurrió el 11 de noviembre de 1926. La obra estará en cartelera hasta el día 20.
El clásico se presenta en tres actos con música de Jesús Guridi y libreto de Federico Romero y Guillermo Fernández-Shaw.
“Santi, indiano, soltero y alcalde de la aldea, vive en el caserío familiar llamado Sasibill. Con él viven sus dos sobrinos, primos entre sí: Ana Mari, hija de su hermano y de la mujer de la que Santi estuvo enamorado y con quien no pudo contraer matrimonio por tener que emigrar a América; y José Miguel, un joven pelotari que solo piensa en vivir la vida apurando la juventud”.
Y en ese contexto se desarrolla la historia: Siendo el caserío el corazón de la familia vasca, su seno debe permanecer intacto. Es así como Santi ve ideal el matrimonio entre sus sobrinos, el cual garantizaría esta premisa de transmisión del patrimonio y la felicidad de ambos.
Pero surge un problema: la actitud de José Miguel, que le hace pensar a su tío que usar la herencia para seguir su diversión, dejando en la ruina el patrimonio y a Ana Mari.
Allí entran en juego diferentes personajes que van a tejer toda una maraña de acciones para ayudar a Santi, o para complicar la situación original, como los consejos del cura o los nuevos amores que pueda conseguir Ana Mari.
DEIA. Por Jon Mujika – Sábado, 14 de Septiembre de 2019 – Actualizado a las 06:01h. Enlace a la noticia
LA suya fue una cuna meciéndose al compás, no tengan duda. No por nada, Jesús Guridi nació en un hogar melódico de hondas raíces musicales, al menos que se sepa y se intuya de puertas para fuera. Su padre, Lorenzo, fue violinista, y su madre, Trinidad, profesora de piano. Era, además, bisnieto del aragonés Nicolás Ledesma, celebrado maestro de capilla en Bilbao, uno de los músicos que más renombre alcanzaron en la villa, hasta el punto de que una calle concurrida de Bilbao lleva su nombre.
He ahí los primeros renglones de una vida armónica, el arranque de una sinfonía de mucho lujo. Siendo aún niño, su familia se trasladó a Zaragoza y, más tarde, a Madrid. Se instaló en Bilbao hacia 1899. El joven talento fue muy bien acogido por el círculo de melómanos de la sociedad El Cuartito. En 1901 realizó su primera aparición pública como compositor y pianista, con auspicio de la Sociedad Filarmónica. Además, fue premiado en los Juegos Florales de la Villa por su melodía Chalupan.
Gracias al apoyo económico del Conde de Zubiría viajó a París en 1904 para estudiar en la Schola Cantorum, que dirigía Vincent D’Indy. Allí sería condiscípulo de Resurrección Mª de Azkue y José Mª Usandizaga, con quien trabó íntima amistad. Profundizó sus conocimientos en Bélgica y Colonia.
A su regreso, la Sociedad Coral de Bilbao le encargó Mirentxu(1910), “idilio vasco” sobre libreto de Alfredo Echave que constituyó, junto a Mendi-Mendiyan de Usandizaga, el mayor hito del teatro lírico vasco hasta el momento.
Todos sus logros consolidaron la fama de Guridi, que pronto se convirtió en figura central de la vida musical de Bilbao. Así, entre 1912 y 1929 dirigió a la Sociedad Coral. Además, el compositor fue organista en la iglesia de los Santos Juanes (1915) y en la basílica de Santiago (1918), así como profesor de dicha especialidad en el Conservatorio Vizcaino. Por otro lado, estuvo directamente implicado en el hallazgo y puesta en valor de las pinturas rupestres de Santimamiñe (Kortezubi), en 1916.
El estreno de su gran ópera vasca Amaya en Bilbao (1920) y en Madrid (1923), a cargo de la Coral, supuso la culminación artística de aquel periodo. Las dificultades de este género le indujeron a abandonarlo en favor de fórmulas más comerciales de teatro lírico. Su primera experiencia en ese terreno fue la zarzuela de costumbres vascas El caserío (1926), que permanece como uno de los mayores éxitos del autor.
Bizkaia, en el Olimpo del arte rupestre (Guridi empieza a ser reconocido)
Durante el siglo XX solo había localizadas cuatro cuevas con pinturas paleolíticas;hoy se tiene constancia de hasta quince cavidades con pinturas y grabados de hace 14.000 años
UN REPORTAJE DE AITZIBER ATXUTEGI – Domingo, 16 de Junio de 2019
Una persona observa los grabados de Atxurra. (BFA)
EN 1916, un grupo de niños entra, en busca de aventuras, a una cueva de Kortezubi. En una de las galerías, encuentran, divertidos, unos “monos” dibujados en sus paredes. Su expedición quizá no hubiera pasado a la historia si no fuera porque el compositor Jesús Guridi, que pasaba unos días en el balneario, preguntó al dueño por unas estalactitas colocadas en una de las termas;es él quien le habló de la cueva y de las pinturas, y llevó a Guridi a explorar la cavidad y darla a conocer. Durante décadas, la cueva de Santimamiñe ha sido un icono de Bizkaia, el principal santuario paleolítico del territorio y el único abierto a las visitas. Sin embargo, ni fue la primera cueva con arte prehistórico que se descubrió (Venta Laperra, en Karrantza, data de 1904), ni en la que más pinturas se exhiben: se han contabilizado algo más de medido centenar de representaciones, por las 150, por ejemplo, que se han encontrado en la de Atxurra, consideradas, junto a las de Armintxe, “excepcionales”. Durante todo el siglo XX, únicamente se conocían cuatro cuevas con arte rupestre en Bizkaia, de hace entre 12.000 y 14.000 años;solo en las dos décadas, la cifra se ha multiplicado por tres, hasta las quince que se han explorado hoy en día. Aquel vacío vasco, que tanto extrañaba a la comunidad científica, entre la abundancia de pinturas del Cantábrico oriental y los Pirineos, se está llenando. La Diputación tiene proyectado construir un gran centro de arte rupestre en Lekeitio, según anunció Unai Rementeria la pasada campaña electoral, y no es para menos;Bizkaia ha entrado por la puerta grande al Olimpo de los grandes santuarios del arte rupestre.
Actualmente se conocen quince cuevas con arte rupestre en Bizkaia. Los dibujos y grabados de Venta Laperra, en Karrantza;Santimamiñe, en Kortezubi;Goikolau, en Berriatua, y Arenaza, en Galdames, fueron descubiertas entre 1904 y 1973. Sin embargo, solo en los últimos quince años se han descubierto el doble de cavidades decoradas que en todo un siglo: Rincón y Polvorín, en Karrantza;Askondo, en Mañaria;Lumentxa, en Lekeitio;Morgota, en Kortezubi;Ondaro, en Nabarniz;Abittaga, en Amoroto;Atxurra, en Berriatua;Armintxe, en Lekeitio, y Baltzola, en Dima. Albergan pinturas y grabados magdalenienses, de hace entre 12.000 y 14.000 años;hay bisontes, caballos o ciervos, pero también osos, manos e incluso figuras humanas, y signos como rectángulos o en forma de P. “No, no sabemos lo que significa. El porqué de esas figuras es una pregunta que nos seguimos haciendo todos”, se excusa Mikel Unzueta, arqueólogo de la Diputación. “Han pasado 12.000 de evolución cultural y no nos podemos poner en su cerebro. Sí se han buscado algunas explicaciones en tribus aisladas;si piensan que dibujando un animal pueden propiciar su caza, aquellos quizá hicieron lo mismo”, explica. “Tampoco se sabe en qué condiciones físicas estaban cuando hicieron aquellos dibujos, si estaban bajo algún alucinógeno o si después se aproximaban a ellos con algún rito especial. No puedes saber si todos los dibujos se hicieron para lo mismo porque hay dibujos que están en las bocas de las cuevas, donde están viviendo, y otros que están en lo más profundo, donde raramente van”.
Se concentran, sobre todo, en la cuenca del río Karrantza, en la biosfera de Urdaibai y, especialmente, en la cuenca baja del río Lea y su afluente de Zulueta, donde existen macizos de roza caliza. Y es que no en todo el territorio existen cuevas;la comarca de Uribe, por ejemplo, está compuesta sobre todo por margas y areniscas, mientras que en la zona minera, las cavidades han sido muy explotadas por el hombre y ello ha podido condicionar la conservación de posibles restos.
Las pinturas de estas cuevas están representadas en dos colores: rojo, que elaboraban machacando óxido de hierro, y negro, derivado del carbón, mezclándolos con un disolventes como aceite o agua. Para los grabados utilizaban puntas de sílex. Y si algo nos muestran estas pinturas es que la globalización no es algo de ahora. “El bisonte que hacía un hombre en Asturias y en el Perigord se parecen entre sí, se hacen de la misma forma, en los mismos sitios… Eso nos indica que ya hace 12.000 años había una comunidad cultural enorme”, avanza el arqueólogo foral.
No todas las figuras son tan visibles a simple vista como las de Santimamiñe;depende de cómo fue grabada o pintada, ya que no todas las figuras se representaron completas, y cómo se ha conservado. “En Armintxe, por ejemplo, el grabado es tan ancho y tan profundo que es visible a simple vista porque hay figuras que tiene dos metros y medio de largo. Pero por delante del panel de la cueva de Lumentxa ha pasado todo Lekeitio, en Atxurra se llegaron a hacer romerías dentro de la cueva y nadie reparó en las pinturas y los grabados. Alguien llegó a poner, a mediados del siglo XIX, su nombre y la fecha sobre ellas, cuando todavía no se había identificado el arte paleolítico. En Atxurra se puede leer ‘aquí estuvieron cuatro de Berriatua’ y en Lumentxa hubo quien dibujó un rey con corona”, reconoce.
“GAFAS DE PALEOLÍTICO¿Por qué este boom? Hasta hace unos años, Bizkaia se hallaba incluida en lo que se llegó a denominar el vacío vasco. “En Francia había muchas cuevas y en la zona cantábrica también;aquí casi no había”, rememora Unzueta. Pero no existía tal vacío;lo que no había habido era búsqueda. Unzueta cita dos elementos que dieron la vuelta a la situación. Por una parte, arqueólogos profesionales, con tesis elaboradas sobre el arte paleolítico, que empiezan a salir al monte para buscar estas cuevas. “Tienen el ojo hecho, saben hacer y encuentran, porque saben lo que están buscando. Lo más evidente lo encontraron unos niños que entraron en una cueva, un pastor, un erudito local… Pero lo que estaba un poco más allá no lo veían porque no tenían la capacidad para identificarlo”, explica el arqueólogo foral. También la Administración se involucró para indagar ese vacío, disponiendo medios tanto económicos como desde el punto de vista de la formación. “¿Quiénes son los que más van a las cuevas? Geólogos, biólogos… Viendo que podían aparecer más pinturas, la Diputación organizó dos jornadas de formación con teoría y práctica, para enseñarles qué potencial podía haber en una cueva, tanto de representaciones como de material arqueológico y biológico”, recuerda. “Todos los espeleólogos se han puesto las gafas de ver arte paleolítico, y han encontrado pinturas”.
Y es de esperar que en los próximos años se encuentren nuevas muestras de este arte ancestral. Actualmente existen tres proyectos en marcha sobre arte paleolítico en Bizkaia: dos sobre las cuevas de Atxurra y Armintxe, y un tercero para reexplorar, de la mano de un equipo de arqueólogos y espeleólogos, todas las cuevas que hay en Bizkaia. La campaña del año pasado, que se llevó a cabo en Enkarterri, no descubrió ninguna cavidad nueva con arte rupestre.
Con todo, Bizkaia se ha puesto ya a la altura de territorios como Cantabria o Francia, con mucha más tradición rupestre. “Ya no es ese sitio donde no había nada;Armintxe y Atxurra son lugares excepcionales, por la cantidad de grabado que tienen, por su tamaño y la abundancia de animales representados”, afirma Unzueta. ¿Más que Santimamiñe, icono durante años? “Es lo más nuestro, porque ha entrado muy pronto en el ADN de los vizcainos y porque no teníamos otra tan representativa y vistosa;Venta Laperra se descubrió antes pero no es tan vistosa. Y Santimamiñe tiene la ventaja de que durante muchos años ha sido visitable. ¿Qué vizcaino no ha estado allí? Cada cueva es un libro diferente;ni mejor, ni peor, todas son buenas. Atxurra, por ejemplo, es la que más representaciones tiene, casi 150 pero Arenaza tiene una cámara en forma de cono con ciervas mirando todas al mismo sitio”, finaliza.
Gala «In love». Concierto lírico por los cantantes Susanna Moncayo von Hase (mezzosoprano) y Víctor Torres (barítono), con Fernando Pérez (piano). Presentado por la Asociación La Bella Música, en el auditorio de la Embajada de Brasil en Buenos Aires.
Una sesión musical de refinados perfiles, en un programa camarístico, tuvo lugar en el confortable auditorio que posee la Embajada de Brasil, respondiendo al título de Gala «In love», organizado por la Asociación La Bella Música con motivo de cumplir su vigésimo aniversario.
Creada y presidida por la maestra Patricia Pouchulu, a la vez directora orquestal, lleva realizados numerosos conciertos, ciclos y festivales en una actividad continuada, y presentó en esta ocasión a dos destacados intérpretes vocales como la experimentada mezzosoprano Susanna Moncayo von Hase y el barítono Víctor Torres, acompañados al piano por Fernando Pérez, de dilatada actuación en nuestro medio también.
Fue un paseo (valga el símil) por la canción de cámara en sus diversas vertientes, con una veintena de compositores de diferentes orígenes y tendencias, los cuales fueron interpretados sin solución de continuidad en un concierto de casi hora y media de duración.
En tal sentido, ambos vocalistas, ya sea a dúo o en función solista, entregaron desde las páginas iniciales del emblemático compositor inglés Henry Purcell o un fragmento de «L»incoronazione di Poppea», de Claudio Monteverdi, hasta el paso por los románticos lieder de Robert Schumann, los acentos franceses de Reynaldo Hahn y Gabriel Fauré, el cancionero al que era tan afecto el estadounidense George Gershwin o las melodías pegadizas del alemán Kurt Weill.
MULTITONAL
La comprensión estilística en todo este contexto, que mostraron ambos cantantes, bien acompañados al piano por un especialista en el género como Fernando Pérez, y el sólido manejo idiomático tan diverso, los hizo transitar también por páginas de Jesús Guridi («Cómo quieres que adivine?», vertida con expresivo acento por Moncayo), o «La tarara» de Federico García Lorca, entonada por Torres.
Completando la velada no faltó en el dúo de voces la expresividad para Carlos Guastavino en «Severa Villafañe», para concluir, como un homenaje a la música brasileña, con el «Azulao» de Jayme Ovalle o una referencia a Antonio Carlos Jobim (conocido como Tom Jobim), a quien se deben los típicos y atractivos compases de la Bossa Nova, cerrándose así el recital con «Garota de Ipanema».
Mañana, sábado, el coro Zaria de Errenteria ofrecerá un concierto a las 20.00 horas en la Basílica de María Magdalena.
El coro errenteriarra ha dado inicio en este año 2019 a un nuevo proyecto con el coro estadounidense Nothern Harmony y por otra parte, de cara al mes de noviembre, están preparando el espectáculo ‘Memories of Queen’. En el concierto de mañana, los dirigidos por Imanol Elizasu interpretarán temas tan diferentes como ‘Ave Maria’ de Jesus Guridi, ‘Amonatxo’ de José Luis Ansorena o ‘Sagarra jo!’ de Kalakan. Además, en esta ocasión contarán con la colaboración de la solista Helene Mendizabal.
Un coro joven
Aunque el coro se constituyó en el año 2015, cabe destacar el trabajo realizado en este tiempo. En el año 2017 realizaron una gira de conciertos en Nevada (EEUU) y el mismo año grabaron el disco ‘Zariaren harira’. También ha colaborado con diferentes artistas internacionales.
La ópera «Policías y ladrones» es una de las obras que presenta la nueva temporada del Teatro de la Zarzuela /Javier del Real
La zarzuela es la música con ñ. La zarzuela es la lírica que abraza todo tipo de géneros. La zarzuela es para todos los públicos, también para los más jóvenes. La zarzuela es un viaje de ida con expectativas de vuelta. Y es a ese trayecto al que Daniel Bianco, director del Teatro de la Zarzuela de Madrid, se ha referido durante la presentación de la temporada 2019/2020. En 2015 comenzó un proyecto cuyo objetivo durante sus temporadas -la que ahora presenta sería la cuarta- ha sido mantener este escenario madrileño como el privilegiado y representante del teatro musical español. La nueva temporada comenzará en octubre con“El caserío”, una comedia lírica en tres actos bajo la dirección de Jesús Guridi, el libreto de Federico Romero y Guillermo Fernández-Shaw y un elenco entre el que figuran nombres como el de Raquel Lojendio (interpreta a Ana Mari), Ángel Ódena o José Antonio López (ambos como Tío Santi), entre otros. Esta obra dará el pistoletazo de salida a una temporada que cuenta con 11 títulos líricos, 7 nuevas producciones, 2 estrenos contemporáneos, 1 producción propia y 2 recuperaciones del patrimonio lírico español.
Si se resumiese esta temporada en una palabra, podría ser “renovación”. O quizá “superación”. Numerosas son las novedades que se estrenarán en el próximo ciclo, como es el caso de Diego Martín-Etxebarría, que se estrena en el Teatro de la Zarzuela como director musical con «Tres sombreros de copa», que estará en el escenario en noviembre. Basada en la obra homónima de Miguel Mihura, esta ópera contará con una escena de nueva producción y dirigida por José Luis Arellano.
«A la zarzuela se le suele vincular con Madrid y esto es verdad solo en parte», explica Bianco, «pues este género creció con un ímpetu viajero y no solo llegó a América, sino que creció en los barcos». Ahora, este éxodo que expandió el arte de la zarzuela, hace el viaje de vuelta y esta es otra de las novedades de la temporada: contará con la primera zarzuela cubana de la historia del teatro. «Cecilia Valdés» se estrenó en La Habana en 1932 y ahora llega a Madrid bajo la dirección musical de Óliver Díaz y de Carlos Wagner en la escena y con un reparto en el que la protagonista será interpretada por dos voces cubanas: Elizabeth Caballero y Eliane Álvarez. La zarzuela se presenta en todos los ámbitos de la hispanidad. Y ya no solo en castellano, pues el próximo año también contará por primera vez con una obra en lengua euskera. «Mirentxu», que también contará con la dirección de Óliver Díaz, tendrá en el reparto nombres como el de Ainhoa Arteta (protagonista).
Tras «Farinelli», ópera de Tomás Bretón que llega en versión de concierto y que ofrecerá dos pases en febrero de 2020, llega un título que merece celebración. «Policías y ladrones» se estrena por todo lo alto: «Este año sí y estamos felices de poder representar una zarzuela del siglo XXI», apunta Bianco. La obra que sufrió varios paros, que no pudo representar más que en los ensayos y que tan truncada se vio el año pasado para salir al escenario, ahora lo consigue y entra en la prometedora nueva temporada del Teatro de la Zarzuela.
Artistas de primera línea
Nuevas producciones, estreno de artistas, eliminación de fronteras… y «Luisa Fernanda». Esta obra viene pisando fuerte. Ya se presentó en el Teatro Real de Madrid en 2006, donde Plácido Domingo y Nancy Herrera figuraron entre los nombres del elenco. Ahora, después de 13 años vuelve la obra con más y, quizá, mejor: contará, además de con la voz de Plácido Domingo, con Juan Jesús Rodríguez, Javier Franco, Yolanda Auyanet, Maite Alberola, Jorge de León y Alejandro del Cerro, entre otros. Las críticas dirán si se puede comparar con la que presentó hace años el Real cuando, el mes de mayo del año que viene, el Teatro de la Zarzuelaalbergue 14 funciones de esta obra bajo la dirección de Ramón Tebar y David Gómez-Ramírez en la música y Davide Livermore en la escena. Por otro lado, cabe destacar la gala que se celebrará el próximo mes de septiembre en homenaje a Montserrat Caballé. Y, atención, que tiemble el Liceo pues los participantes prometen: Rubén Amoretti, María Bayo, Maite Beaumont, José Bros, María José Montiel, Joan Pons, Juan Jesús Rodríguez y Pilar Jurado, entre otros.
Artistas de primera línea. Artistas de zarzuela, de lírica, de ópera. Reconocidos o que se estrenan tanto en el teatro de la calle jovellanos como en el mundo de la ópera española. Todo ello de la mano de una temporada que cerrará «La tabernera del puerto» y que, además de las obras ya citadas, contará con conciertos -con voces como la de Ismael Jordi o el uruguayo Erwin Schrott-, el Proyecto Zarza -apuesta por artistas jóvenes y este año representarán «Agua, azucarillos y aguardiente», bajo la dirección de Óliver Díaz-, espectáculos de danza y varias citas más.
El Orfeón interpretará, entre otros, fragmentos de El Caserio.
DONOSTIA– El Orfeón Donostiarra y la Orquesta Clásica Santa Cecilia de Madrid ofrecerán este sábado una velada con un programa en el que incluirán selectas piezas de ópera y zarzuela en lo que quieren que sea una “gran noche” de estos géneros.
El espectáculo, que comenzará a las 20.00 horas, representará fragmentos de zarzuelas como El caserío,de Jesús Guridi;Don Manolito, de Pablo Sorozabal, o Doña Francisquita, de Amadeo Vives. En cuanto a la parte operística, destacan piezas de La traviata, Macbethy Aida, de Giuseppe Verdi, y Preludio sinfónico,de Giacomo Puccini, entre otros. – N.G.
En el espectáculo de este sábado, la coral estará acompañada por la madrileña Orquesta Clásica Santa Cecilia
La Asociación de Cultura Musical – EMKE, ofrecerá este sábado una selección musical en la que confluirán diferentes géneros, para configurar un atractivo programa de concierto bajo el título ‘Zaharrak Berri’. En dicho concierto podrán escucharse composiciones de grandes maestros vascos como son Guridi y Sorozabal, como eje central. El concierto tendrá lugar en el centro Sagrado Corazón de Gabierrota a las 12.00 horas y la entrada será libre.
En esta ocasión, Errenteriako Musika Banda, bajo la dirección artística de Alain Ayerdi Gurpegi, contará con la colaboración de lujo de la joven soprano Klara Mendizabal. Una inmejorable oportunidad de disfrutar del canto y la música en directo. Un concierto que supera el ámbito meramente musical para abrirse al ámbito social,con la visita que la Banda de Música realiza anualmente al centro para las personas mayores, para brindar a los residentes la oportunidad de escuchar en vivo a la banda sin necesidad de desplazamiento alguno.
Función social
Fuentes de la Asociación de Cultura Musical han señalado que este concierto se enmarca en «el concepto de función social que una agrupación como la nuestra debe prestar en nuestra sociedad».
«Una función y un compromiso -han añadido- que nos lleva a involucrarnos de una forma más activa y directa en los temas sociales. En este caso, a ofrecer a los residentes del Sagrado Corazón de Gabierrota y a sus familiares, un concierto especialmente dedicado a ellos, repasando los temas y composiciones del pasado, pero con la mirada puesta en el futuro, de ahí el título que hemos dado al concierto, ‘Zaharrak Berri’».
El concierto ofrecerá un programa en el que destacan obras como ‘El Caserío’ y ‘Mirentxu’, de Jesus Guridi, o ‘Katiuska’ y ‘La Tabernera del Puerto’, de Sorozabal. Un programa para disfrutar en familia en el que la joven soprano Klara Mendizabal, junto con la banda, hará las delicias del público.
la orquesta de córdoba ofrece un concierto extraordinario con obras que giran en torno a Don quijote de la mancha. –
La propuesta del director titular de la Orquesta de Córdoba para afrontar el concierto extraordinario del Día de Andalucía se apoya en dos pilares: unas obras que giran en torno a Don Quijote de la Mancha y unos excelentes solistas vocales.
Los cordobeses Auxiliadora Toledano y Pablo García López son bien conocidos y apreciados por el público cordobés, que ha tenido numerosas ocasiones para escuchar su progresión profesional, pero la participación del extraordinario tenor mejicano Francisco Araiza es una afortunada ocasión que ambos solistas no han dudado en calificar como privilegio.
De la mano del Ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, que es el título del concierto, escucharemos músicas del barroco y del siglo XX raramente interpretadas, con la excepción de El retablo de Maese Pedro. Comenzará el concierto con el preludio y las seguidillas de La venta de Don Quijote, drama lírico en un acto, de Ruperto Chapí, estrenada en 1902 en el Teatro Apolo con éxito de crítica. (más…)
El coro de adultos de la Musika Eskola, junto a su directora, Katrin Iturralde, en una divertida pose.
El coro de adultos de la Escuela de Música viajará hoy a Palma de Mallorca, ciudad en la que ofrecerá un concierto conjuntamente con el Orfeón Ramón Llul, mañana, a las 8 de la tarde, en la iglesia anglicana de este municipio. El coro actuará bajo la dirección de Katrin Iturralde y ofrecerá un repertorio de canciones de diferentes estilos, en el que no faltarán las obras del folclore vasco.
El programa del concierto incluirá, entre otras piezas, la canción ‘Aleluia’, de Leonard Cohen, ‘La cucaracha’, la canción africana ‘Thula baba, Thula baba’, ‘Boga boga!’, de Jesús Guridi, y la canción ‘Txoria, txori’. En total interpretarán trece piezas en solitario y cerrarán la actuación cantando junto al Orfeón Ramón Llul la canción ‘L´amo de son carabassa’, de M. Portas.
Están distribuidas por las fachadas de Vitoria-Gasteiz y en muchos casos pasan desapercibidas. Pero las placas conmemorativas son recordatorios de nuestra historia y homenaje a vitorianos ilustres. Estos marcadores nos recuerdan, entre otros, el lugar de nacimiento de Jesús Guridi, el árbol en homenaje a Schommer o el juramento de lealtad que leía el procurador general en la plaza del Machete.
¿Sabes dónde nació Manuel Iradier? ¿ Conoces el lugar en el que residió Olaguíbel? ¿Recuerdas más placas conmemorativas en Vitoria-Gasteiz? Al levantar un poco la vista y enfocar en las fachadas de la ciudad puedes leer parte de su historia. Tenemos un registro histórico muy interesante, grabado en piedra o en metal. (más…)
El pianista Rubén Fernández Aguirre está en el corazón de este proyecto, por su interés en recuperar y dar a conocer el patrimonio del pueblo vasco, sus poemas, sus canciones, tanto en euskera como en castellano…
… para el Teatro de la Zarzuela es su compromiso fundamental, pero tanto Antón como compositor, nosotros como intérpretes y Paco Moya como director de la discográfica IBS, creo que es nuestra obligación real defender nuestro patrimonio y la música de nuestro país, y nosotros sentíamos que música como la de Sorozábal, Isasi o Guridi, canciones que merecen mucho la pena y que no se interpretan tanto y son canciones estupendas, pues siendo Miren de Donostia y yo de Bilbao, teníamos que ponerlas encima de la mesa y darlas a conocer…
El compositor y músico Antón García Abril (o Antxon, quién lo duda) ha aportado su granazo de arena a ese trabajo, entusiasta y entusiasmado, tal como lo expresó en la citada presentación, con tres temas que son tres nombres de mujer: Isabel, Ainhoa y Begoña.
Paco Moya es el productor (IBS Classical) que, desde Granada, su cuartel general, ha hecho posible que ese proyecto tomase soporte físico… (más…)
Tarde lluviosa con música de fondo de los canalones sin parar en el patio del Palacio del Conde Toreno que no logró aguar un concierto con aires reivindicativos.
Por si el aguacero de incomprensiones fuese poco, Begoña cedió la palabra a Mateo Luces, profesor de violín del Conservatorio del Nalón y presidente del comité de empresa que tras años en el tajo junto a sus compañeros, la Mancomunidad amenaza con llevar a juicio al centro musical de la comarca langreana y pedir que se haga cargo el Principado de este conservatorio, peligrando los puestos de sus 23 profesores que opositaron a ello hace más de 20 años y podrían quedarse como interinos al no haber subrogaciones de contrato, todo por leyes que cada uno interpreta como les viene bien y que por resumir se queda en unos cien mil euros a pagar entre cinco ayuntamientos.
Seguimos recortando en cultura y más en la musical olvidando que Forma Antiqva o el Coro de Voces Blancas han salido de este conservatorio y llevan a mucha honra el nombre de Asturias con una calidad envidiable, teniendo que volver a reivindicar y defender lo que tanto tiempo y esfuerzo ha costado. (más…)
La primera parte se cerró con una selección de las Ocho melodías vascas de Jesús Guridi, en las que el autor hace un canto a la alegría y las tradiciones.
Granada Hoy ROSA PRADES
El segundo ciclo de La voz humana, que organiza el Ayuntamiento de Granada, acogió en su programa anoche a la soprano vasca Miren Urbieta-Vega, dentro del ciclo La gran belleza del auditorio Manuel de Falla. Junto a ella estuvo el pianista Rubén Fernández Aguirre, que con su versatilidad y maestría ilustró a la perfección las bellas melodías que la soprano interpretó.
El primer programa de cámara de los que incluye el segundo ciclo de La voz humana trajo al Auditorio Manuel de Falla un recital de voz y piano compuesto por canciones vascas de diversos autores, todos ellos del siglo XX. La soprano Miren Urbieta, cuya prodigiosa voz estuvo puesta al servicio de la expresividad y melancolía de estas canciones, interpretó con gran maestría esta selección lírica, en la que el amor, la tristeza y la piedad estuvieron representadas. (más…)